Me he pasado media hora pensando en
cómo presentar el fin de mi viaje, pero al fin y al cabo, y sin más
demoras, un fin es un fin, el fin de mi viaje ya está aquí. Ya no
dormiré más, por lo menos en un gran tiempo, en el corazón de Asia
y a saber si vuelvo a dormir otra vez, en esos bellos y tan
interesantes territorios. Me encuentro ahora mismo en el aeropuerto
de Riga, donde en una hora tomaré un avión hacia París, para tomar
esta tarde otro hacia Toulouse. Esta noche llegaré a mi casa en
Toulouse, y la vida tomará otro curso y tendré que hacer otras
cosas. Que ¿cómo me siento al final de mi viaje? Creo que estoy
preparado para volver. Este año mi rutina cambia bastante: voy a
estudiar, como siempre, pero esta vez, para ser profesor de
castellano para los institutos franceses. Tengo que estudiar historia
y literatura española, además de traducción, que son cosas que me
gustan muchísimo. Creo que el trabajo de profesor puede gustarme
mucho, y solo el hecho de prepararme puede ser muy interesante. Eso
hace que volver no sea tan duro. Lo cierto es que si tuviera más
tiempo y fuera a ver más países, por ejemplo, China, me tomaría
una semana tranquila en un bonito lugar, para recuperarme
físicamente, porque este viaje ha sido muy fuerte a nivel de
desgaste físico. Creo que así, estaría bastante emocionado con
seguir. En este momento, con tantas horas sin dormir, y ante la
perspectiva de estar en París, que me agobia mucho, sólo tengo
ganas de volver corriendo... o volando.
Acabo de ver Riga, en una hora. Tenía
cuatro horas por matar en el aeropuerto, así que he hecho un cálculo
y me salía que si cogía el autobús, podía estar una hora en Riga
caminando. He tomado un plano y me he dado un paseo por el centro,
que en una hora se puede recorrer, aunque sólo en superficie. Claro
que en realidad no he visto nada, pero por lo menos ya he pisado la
ciudad, que la verdad es que me ha sorprendido mucho. Me esperaba una
ciudad bastante parecida a Tallin, en Estonia, antigua, pero no tan
bonita como tantas y tantas ciudades españolas. Pero esta ciudad es
mil veces más coqueta y arreglada que la otra. Tiene un canal
precioso, verde, con flores, y tiene calles empedradas, tabernas de
otro tiempo y edificios muy bonitos y antiguos, con estatuas que les
ponen y que pueden salir de cualquier altura. Definitivamente Riga es
muy bonita, así que hubiera preferido quizá comenzar mi viaje aquí
en vez de en Tallin, para tener más tiempo y verla tranquilo. Pero
bueno, lo hecho, hecho está.
Ayer estaba todavía en Tashkent, que
es una grandísima ciudad, dinámica, moderna, pero también,
predecible y aburrida como toda ciudad de este tipo, como toda gran
ciudad del centro de Asia, como cualquier ciudad Europea. Tashkent no
es una ciudad bonita, más bien todo lo contrario, y como siempre
pasa en las grandes ciudades, podemos aburrirnos una barbaridad hasta
que no encontremos a la gente adecuada con que hacer cosas. Las
ciudades no son un qué, son un cómo: hay que vivirlas, no basta con
verlas. Antes de ayer estaba albergado en casa de una familia con
couchsurfing, donde, aunque me trataron muy bien, lo cierto es que me
sentía bastante incómodo. El problema era que el padre de familia,
que además es joven y no tiene más que treinta y cinco años, es un
poco el caudillo de su casa. Todo es para él, todo lo ordena él y
como a las mujeres no se las deja estar con otros hombres, pues más
o menos se me hizo entender que más allá de las nueve de la mañana
debería salir de casa y volver a las seis de la tarde; creo que para
no estar a solas con su mujer, ni sus niñas, aunque él no lo dijo
¿Os imagináis? ¿Nueve horas en una ciudad que no tiene nada que
ver, realmente, excepto un par de cosas, y que se pueden ver en solo
dos horas? El paseo fue entonces bastante aburrido, con la santa
excepción del bazar de Chosu, que es verdad que es espectacular y
que en cierto modo nos hace viajar a oriente medio, solo con
avistarlo. Los parques, además, estaban cerrados por la policía, en
consecuencia de la preparación de los festejos del día de la
independencia, el primero de septiembre. La posibilidad de acostarme
a dormir en algún lugar, eran por tanto nulas y no veía la hora en
que el paseo terminara y deseaba poder coger un avión para marcharme
en el siguiente minuto.
Es impresionante, de otro lado, la cantidad de policía que encontramos en las calles de Tashkent. Ya cuando estaba en Dushanbe, me impresionó muchísimo la cantidad de efectivos de seguridad patrullando. A veces llegaba a ver cada doscientos metros, dos policías un militar y alguien de las milicias (tipo guardia cerril). En Tashkent hay una barbaridad de policía, pero sin embargo, aunque es tan corrupta como en Tajikistán o Kazahstán, es difícil que molesten al viajero. No como en Kazahstán, sobretodo al oeste del país, donde que molesten al viajero y quieran extorsionarlo, es lo habitual. En Tashkent había cada cien metros, un policía o dos, con registros en la entrada del metro, en las entradas de los parques. Preparaban su día de la independencia, pero es que es una barbaridad.
Me sentí mucho mejor cuando Nargiza, otra chica de couchsurfing me albergó en casa de su madre y su hermano, donde ella también vive. Con su hermano pude hacer muchas más cosas, incluso fuimos a jugar un partido de fútbol con sus amigos, porque a él le encanta. Hay que decir que el nivel futbolístico era bastante pésimo. Sin embargo, la oportunidad de compartir algo, en ese lenguaje universal que es el fútbol fue un momento muy bueno, que me gustó muchísimo. Todos en la casa se portaron realmente bien conmigo. Alisher, el chico de la casa, no me dejaba pagar nada y me presentaba a todos sus amigos. Nargiza es una chica muy inteligente y muy interesante, muy sensible, y estuvimos compartiendo nuestro interés por poesía, música y viajes. Ella dice que no puede viajar, y eso es una gran pena. Es una chica de verdad muy sensible y muy dulce. Dice que quiere casarse con alguien que hable inglés. Espero que encuentre a alguien pronto. El carácter de esta persona es un regalo del cielo. La mamá de la casa, es la clásica mamá a la que se le acaba cogiendo cariño, aunque no podía comunicar con ella en ninguna lengua conocida, por su manera de comportarse conmigo. Ella me hablaba en ruso. También fui a cortarme el pelo a la peluquería de un amigo de Alisher. Fue muy divertido, porque el tipo me hablaba todo el tiempo, me pedía el facebook, miraba para todos los lados, y yo pensaba que me iba a cortar el pelo muy mal. Al final creo que lo dejó realmente bien. Estaba sorprendido. Les cociné también una tortilla de patatas, para compartir alguna cosa más. Ellos decían que les gustaba mucho. En los últimos momentos, antes de marcharme, estaba muy triste, me iba de Asia, y las bonitas palabras de la mamá, en ruso, con Nargiza traduciendo, y las repetidas veces que me pedían que no me fuera, pues casi me hacen llorar. Era muy emocionante un final así. También algunos amigos de Alisher venían a propósito a decirme adiós, a la una de la mañana. Y Nargiza me dió una postal diciendo que yo era el mejor huésped que había pasado por allí. Estos uzbecos son peligrosos, saben cómo robar el corazón. Me lo han robado. Creo que es donde encontré la gente más encantadora del centro de Asia.
Es impresionante, de otro lado, la cantidad de policía que encontramos en las calles de Tashkent. Ya cuando estaba en Dushanbe, me impresionó muchísimo la cantidad de efectivos de seguridad patrullando. A veces llegaba a ver cada doscientos metros, dos policías un militar y alguien de las milicias (tipo guardia cerril). En Tashkent hay una barbaridad de policía, pero sin embargo, aunque es tan corrupta como en Tajikistán o Kazahstán, es difícil que molesten al viajero. No como en Kazahstán, sobretodo al oeste del país, donde que molesten al viajero y quieran extorsionarlo, es lo habitual. En Tashkent había cada cien metros, un policía o dos, con registros en la entrada del metro, en las entradas de los parques. Preparaban su día de la independencia, pero es que es una barbaridad.
Me sentí mucho mejor cuando Nargiza, otra chica de couchsurfing me albergó en casa de su madre y su hermano, donde ella también vive. Con su hermano pude hacer muchas más cosas, incluso fuimos a jugar un partido de fútbol con sus amigos, porque a él le encanta. Hay que decir que el nivel futbolístico era bastante pésimo. Sin embargo, la oportunidad de compartir algo, en ese lenguaje universal que es el fútbol fue un momento muy bueno, que me gustó muchísimo. Todos en la casa se portaron realmente bien conmigo. Alisher, el chico de la casa, no me dejaba pagar nada y me presentaba a todos sus amigos. Nargiza es una chica muy inteligente y muy interesante, muy sensible, y estuvimos compartiendo nuestro interés por poesía, música y viajes. Ella dice que no puede viajar, y eso es una gran pena. Es una chica de verdad muy sensible y muy dulce. Dice que quiere casarse con alguien que hable inglés. Espero que encuentre a alguien pronto. El carácter de esta persona es un regalo del cielo. La mamá de la casa, es la clásica mamá a la que se le acaba cogiendo cariño, aunque no podía comunicar con ella en ninguna lengua conocida, por su manera de comportarse conmigo. Ella me hablaba en ruso. También fui a cortarme el pelo a la peluquería de un amigo de Alisher. Fue muy divertido, porque el tipo me hablaba todo el tiempo, me pedía el facebook, miraba para todos los lados, y yo pensaba que me iba a cortar el pelo muy mal. Al final creo que lo dejó realmente bien. Estaba sorprendido. Les cociné también una tortilla de patatas, para compartir alguna cosa más. Ellos decían que les gustaba mucho. En los últimos momentos, antes de marcharme, estaba muy triste, me iba de Asia, y las bonitas palabras de la mamá, en ruso, con Nargiza traduciendo, y las repetidas veces que me pedían que no me fuera, pues casi me hacen llorar. Era muy emocionante un final así. También algunos amigos de Alisher venían a propósito a decirme adiós, a la una de la mañana. Y Nargiza me dió una postal diciendo que yo era el mejor huésped que había pasado por allí. Estos uzbecos son peligrosos, saben cómo robar el corazón. Me lo han robado. Creo que es donde encontré la gente más encantadora del centro de Asia.
Este viaje ha sido muy enriquecedor,
quizá el más completo, a nivel cultural que he realizado. Bajar
desde Estonia hacia el corazón de Asia, pasando por países tan
diversos como Rusia, Kazahstán, Kyrguizistán, Tajikistán o
Uzbequistán, y sentir en el pasaje, la transición de culturas y
modos de sentir, con el solo hilo común de haber sido repúblicas
soviéticas, es de una riqueza enorme. La transición ha sido muy
impactante. Por cierto, debo decir, que aunque no hable ruso, este
viaje me ha obligado a aprender un montón de vocabulario ruso, en
consecuencia de viajar por territorios rusófilos. Y aunque no hablo
ruso, por supuesto que no, al final de mi viaje podía hacer
preguntas y responderlas sin utilizar nada más que palabras rusas,
aunque sin respetar las concordancias, ni los tiempos verbales. Creo
que es el viaje donde más he aprendido alguna nueva lengua, y es
porque como la lingua franca aquí, es el ruso, pues cada vez
que venía a hablarme alguien, pues me hablaba en ruso aunque no lo
entendiera. Creo que si me quedara unos meses más, podría empezar a
aprender esta lengua, que además me parece muy bella. Este aspecto
me ha gustado mucho.
También he aprendido cuan diferentes
son las gentes de estos territorios en tantos y tantos aspectos,
respecto a los europeos y respecto ellos mismos, cultura por cultura,
pese a su lazo común es-soviético. Algo que me impresiona, por
ejemplo, es el conservadurismo del lugar, pero también, las
contradicciones de ese conservadurismo. En estos países, sobretodo
en Tajikistán, las mujeres no deben tener contacto con hombres, a
excepción de en Rusia o Estonia (Estonia es totalmente diferente, y
creo que es el país donde he estado que la cultura del sexo está
más presente que en ningún sitio, incluso más que en Europa). Sin
embargo, la representación de la prohibición es diferente, y si en
Tajikistán es imposible hablar con mujeres, sobretodo en sus casas,
en Kazahstán te hablan, pero es casi imposible que pase algo entre
mujeres y hombres, si no es para el matrimonio, igualmente que en
Uzbequistán. La diferencia es que en Uzbequistán la gente es muy
alegre, muy sonriente, y en Kazahstán no lo son, porque piensan que
quién ríe muestra una debilidad del alma. En Uzbequistán los
taxistas preguntan a las mujeres si pueden poner a otro hombre a su
lado en el taxi, y tienen derecho a decir no y pagar lo mismo, y
tienen derecho a tres años pagados de salario, para criar a sus
hijos en casa -lo que no deja de ser machista, porque el hombre no
tiene ese derecho-. La mujer hace todo y tiene que aguantar, además,
los comentarios machistas de los hombres, que yo he oído, o las
bromas que hablan sobre cómo deben hacerlo todo. Escuché incluso
comentarios a veces, de algún hombre que decía que él trae el
dinero a casa y su mujer debe hacer las tareas de casa y educar a los
hijos, aunque paradójicamente, su mujer también trabaja. Esto lo
decía el hombre de la primera casa donde fui hospedado en Tashkent.
También escuché otro comentario de un chico que me dijo que por qué
una chica extranjera hablaba, en presencia de su novio, si el hombre
podía hacerlo. No me han dejado dar las buenas noches a las mujeres,
en las casas en que estuve, en Tajikistán, donde las mujeres no me
hablaron jamás, y el otro día viniendo desde Bujhara a Tashkent en
tren, la única chica que hablaba inglés de todo el vagón me decía
que si en la próxima parada subían hombres en nuestro
compartimiento, se cambiaría de compartimiento, para no ser la única
mujer. Yo pensaba que con quién iba a hablar entonces, y le dije que
era una pena. Lo muy curioso es que todo el mundo se está ligando,
sin embargo, en todo momento. Impresiona bastante esta contradicción.
Esta chica que no quería hablar con chicos, en el tren, acabó dando
su teléfono a uno que la ligaba, y charlando con él dos horas en
otro compartimento, a solas. Todo el mundo se hace llamaditas y
perdiditas, se manda mensajitos y muchos se pasan el día pensando
qué palabra mandar y si tal o tal chica le hizo una llamada perdida.
Todos dicen, no obstante, que tener algo con una chica es casi
imposible y casi todas las relaciones están totalmente encaminadas
al matrimonio, que no siempre sucede con quién se quiere. En fin,
esto es Asia, y aunque este aspecto no me guste, esta es otra parte
del mundo, que no puede ser como Europa y que por eso es interesante.
Si no fuera diferente, no sería Asia. Creo además, que no tengo
derecho a juzgarlos tan rotundamente. Juzgar no es para viajeros. Los
hombres son machistas y las mujeres sumisas. Sin embargo, en
Uzbequistán, por ejemplo, existe un compañerismo entre la gente,
una humildad, una positividad, un gentilismo, una alegría, y una
sinceridad sana, que son difíciles de encontrar en Europa, y que
creo que convierten a estos lugares, en lugares donde se puede vivir
realmente muy bien, sobretodo en Uzbequistán, que creo que es donde
la gente en general, me gustó más.
Cuánta riqueza me llevo. Me río del
que piense que se puede ser rico con dinero, porque yo hoy soy una de
las personas más ricas del planeta. Tanta experiencia ensancha el
espíritu, y da plenitud. Ese tipo de plenitudes que, aunque suene a
tópico, jamás podrá dar nada económico. Pienso también que
debería agradecer a todas y cada una de las personas que pasaron por
mi trayecto, el hecho de haber estado ahí y de haberme ayudado de
algún u otro modo. Creo también que debería hacer un especial
homenaje a mi mochila, aunque suene un poco absurdo. Ha sufrido
roturas, perdí un hierro importante en mi último viaje, sufrió el
ataque devastador de un perro en Georgia, que la dejó bastante
maltrecha, pero entre mi madre y o bien hecha que está, me acompaña
desde hace diez años u once, en cada viaje.
En fin, es momento para despedirse, estoy hablando demasiado. Estoy ahora en el aeropuerto de París, y espero el vuelo a Toulouse, que saldrá con veinte minutos de retraso. Espero que no sean más. Sabéis que es seguro que tendréis más noticias de mis viajes, para el que quiera leer. Creo que el año que viene será, o la India, o China, acabando en las Filipinas ¿qué os parece? ¿quién se viene?
¡En todo caso, nos vemos pronto! :)
En fin, es momento para despedirse, estoy hablando demasiado. Estoy ahora en el aeropuerto de París, y espero el vuelo a Toulouse, que saldrá con veinte minutos de retraso. Espero que no sean más. Sabéis que es seguro que tendréis más noticias de mis viajes, para el que quiera leer. Creo que el año que viene será, o la India, o China, acabando en las Filipinas ¿qué os parece? ¿quién se viene?
¡En todo caso, nos vemos pronto! :)